Observación y objetividad

En artículos anteriores os hablé de la importancia de la observación, de centrarnos en las acciones, movimientos y citas textuales, en lugar de alimentar interpretaciones, exageraciones, suposiciones, y otras cosas que pueden entorpecer mucho el entendimiento. La intención de la observación es identificar una realidad compartida, un “qué ha pasado” con el que las personas implicadas en la situación puedan estar de acuerdo.

Muchas veces en CNV se utiliza la analogía con la cámara de vídeo para explicar qué es observar. Se define la observación como el registro “imparcial” que podría hacer una cámara de vídeo. Esta metáfora puede ser útil y al mismo tiempo es importante tener en cuenta que, por muy descriptivos que queramos ser, nuestra observación nunca va a ser del todo neutral e imparcial. En particular, las diferencias de poder influyen mucho sobre qué nos llama la atención y qué permanece invisible ante nuestros ojos.

Además de la observación de lo que sucede a nivel externo, las cosas que hayamos experimentado (traumas, recuerdos dolorosos…) también pueden entrar a formar parte de nuestra observación a un nivel interno, e influir sobre cómo nos afecta un suceso concreto.

También hay otro nivel que puede hacer que el suceso nos afecte todavía más y estimule un dolor profundo e intenso, que es el nivel sistémico*. Tal vez en el suceso que ahora vivimos, percibimos patrones que forman parte de algo más grande, de algo que se produce a nivel estructural. Tal vez hemos experimentado dolor o discriminación sistemáticamente debido a un rasgo nuestro (raza, género, orientación sexual, por ejemplo), y esto es algo que transciende nuestra experiencia personal como individuo.

¿Qué quiero decir con todo esto?

Que a la hora de hacer una observación, es importante tener en cuenta que cada persona tiene su lente particular. Puede que dos personas sean testigos de la misma escena y observen cosas muy diferentes. Puede que una misma situación altere muchísimo a una persona, al despertarse en ella observaciones internas y sistémicas.

En especial cuando las personas han sufrido opresión o discriminación sistemática por algún motivo, pueden producirse reacciones muy intensas que tal vez resulten sorprendentes o incomprensibles para una persona que no ha experimentado esa opresión o discriminación. En estos casos puede ser muy frustrante que la otra persona se aferre a una observación “de cámara de vídeo” que no acoge las observaciones internas y sistémicas y quita importancia a lo que la otra persona está sintiendo, o directamente le transmite el mensaje de que “no es para tanto” o “está exagerando”.

Un ejemplo:

Una mujer está en un bar tomando una cerveza con un grupo de amigos y amigas. Se están divirtiendo, riendo y pasándolo bien. La mujer se acerca a la barra a pedir. La barra es muy alta y la mujer es bajita. Está oscuro y hay mucha gente en la barra pidiendo también. Le cuesta llamar la atención del camarero. Entonces, un hombre a quien no conoce de nada se acerca por detrás, la coge por la cintura y la sube de tal manera que su cabeza queda por encima de las demás y, ahora sí, está llamando la atención del camarero (y de unas cuantas personas más).

¿Qué ha pasado aquí?

El chico puede decir: “La barra estaba muy alta y te he elevado para ayudarte a conseguir lo que querías: llamar la atención del camarero”. El chico puede estar convencido de que acaba de hacer un favor a la chica. Quizá su intención era ayudar de una forma divertida. Ha cogido a la chica con rapidez y firmeza pero con cuidado y sin hacerle ningún daño físico. Se ha reído y seguramente su intención era conectar con ella por medio de lo que para él era un juego.

Para la chica la experiencia puede ser muy diferente: “Estaba sola y a mi rollo en la barra del bar y un desconocido me ha cogido de la cintura sin pedirme permiso y sin que yo lo viera venir, y me ha elevado a un punto en que no tenía dónde agarrarme ni en qué apoyarme”.

El solo hecho de sentir las manos de un desconocido en su cintura y además de forma inesperada ha despertado en ella además de sorpresa, miedo, y después una creciente irritación. Ha recordado situaciones anteriores en las que otros hombres tocaron su cuerpo sin pedirle permiso y sin ella esperarlo, conectando con experiencias previas de acoso.

Además, a nivel sistémico, esta chica es muy consciente del alto número de situaciones de acoso que viven las mujeres y enmarca todo lo sucedido inmediatamente en esa narrativa, que también está tejida de observaciones: hechos, datos, estadísticas acerca de la violencia sobre las mujeres. Todo esto hace que su observación de lo que ha pasado sea muuuy distinta de la observación que hace el hombre.

Si ella responde muy enfadada tal vez el hombre le diga: “¡Qué exagerada! Solo te he agarrado un momento, ni tan solo un minuto. No te he hecho ningún daño”.

Puede ser muy frustrante para la mujer que no se acoja toda su experiencia y se minimice lo que vive. En casos así es importante reconocer lo que puede haber experimentado la persona y no minimizar lo que está sintiendo. El hombre podría decir: “¡Vaya! Sí que te has molestado. Me sorprende un montón, yo iba de buen rollo. ¿Qué te ha molestado tanto?” Y escuchar la vivencia de la mujer, desde su punto de vista, en lugar de cerrarse diciendo “yo no te he hecho ningún daño, estás exagerando”.

Ese hombre, en concreto, no es responsable de la magnitud del dolor o del miedo que puede experimentar la mujer en un caso así, pero su acción ha tenido un impacto y es importante reconocerlo para poder entender lo que ha vivido la mujer y restablecer la tranquilidad y la confianza.

Además, pienso que es muy importante que las personas que tienen este tipo de vivencias expliquen lo que sienten y lo que se les despierta a todos los niveles, para, como sociedad, ir haciéndonos conscientes de cómo nos afectan estas situaciones de acoso y discriminación. No solo dañan en el momento y a la persona, sino que pueden seguir entorpeciendo sus relaciones durante mucho tiempo después, haciendo sonar alarmas cuando tal vez no son necesarias.

*La idea de los tres niveles de observación está basada en el trabajo de Roxy Manning (roxannemanning.com).

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