
En general nos hemos acostumbrado a tener diálogos que son como partidos de tenis.
Pim-pam, pim-pam.
Tenemos esa idea de la comunicación como un proceso en el que hay un emisor y un receptor y se trata de ir alternando escuchar y hablar.
Pero entre hablar y escuchar, ¿te das un momento para reconectar contigo?
1. No te olvides de escucharte a ti
En un diálogo, antes de responder, quizá quieras darte aunque sean unos segundos para chequear cómo estás.
Unos segundos pueden marcar una diferencia grande, sobre todo si los enfocamos bien:
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¿Cómo me ha llegado esto que acabo de escuchar y de qué manera quiero responder?
Date un momentito para ver cómo lo quieres formular, cuál es el quid de la cuestión aquí. Prueba a hacer esto regularmente durante el diálogo, no solo al inicio.
Aquí tu mayor aliada será la respiración. Atención a la respiración, sin forzar nada.
Lo repito mil veces en mis talleres y me lo repito a mí misma a cada momento: respirar nos permite estar más en el sentir y en el momento presente (otra de las claves para un diálogo constructivo).
Y sentir es escuchar qué pasa en tu interior, qué necesidades están vivas para ti.
Si estás conectada a eso, además de expresarte de forma más clara y consciente, es más probable que puedas cuidarte y poner un límite si la conversación llega a un punto que te sobrepasa.
2. Tráelo al presente
Otra cosa muy importante que a menudo olvidamos es llevar el diálogo al presente.
Presta atención al presente y a cómo estás ahora.
Aunque hables de cosas pasadas, porque tienen que ver con lo de hoy, no te olvides de reencauzar lo antes posible la conversación al presente:
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Y ahora, ¿cómo estamos? ¿Qué queremos hacer de aquí en adelante?
Decía Rosenberg que la sanación y los cambios se dan en el presente, por mucho que tengan que ver con cosa del pasado.
Así que no te recomiendo que te quedes mucho tiempo ahí.
3. Ten claro qué buscas con el diálogo
Si vas a tener una conversación que te importa, te sugiero que antes te preguntes:
¿Qué busco yo con este diálogo?
¿Estoy buscando ser escuchada?
¿Lo que necesito es comprensión?
¿Un desahogo?
¿Ser vista?
¿Estoy buscando entendimiento?
¿Quiero entender a la otra persona porque no estoy entendiendo lo que hace?
¿Quiero que esta persona me entienda porque me da la sensación de que no pilla lo importante?
¿Quiero sanación o reparación por algo que me ha hecho daño?
¿O busco una solución y un cierre?
O sea, ¿qué es lo que quiero?
A lo mejor quiero revisar algún acuerdo, establecer algún límite, zanjar un tema que lleva tiempo abierto.
Son muchas las posibilidades.
Si vas con tu intención clara, tendrás un norte al que agarrarte durante la conversación y además puedes nombrarlo para que la otra persona también tenga una orientación sobre hacia dónde quieres avanzar.
El diálogo es un arte y hay muchos matices.
Si quieres aprender más sobre este tema, es uno de los pilares de mi programa Responder sin reaccionar.
Hoy cierro con una cita de Rosenberg:
Si no tienes claro qué quieres por parte de la otra persona, no esperes tener una conversación productiva. Os diréis cosas pero no os comunicaréis.
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