Empatía para construir
En el artículo anterior encuadré el concepto de poder y empoderamiento desde un ángulo distinto al habitual. Poder y empatía no tienen por qué ir separados.
Repito que para mí la empatía no tiene nada que ver con la debilidad ni es un acto de sumisión. No estoy proponiendo un enfoque moralista en plan «poner la otra mejilla».
Muy al contrario la idea es que atiendas tus necesidades y evites daños a tu persona.
Eso no va de ser «buena persona» y aguantar, pero tampoco de buscar sentirte bien a costa del bienestar de otras personas o de olvidar tus principios y valores.
Como seres humanos, estoy convencida de que anhelamos integridad, de que cuidarnos nos sienta bien y creo firmemente que estamos preparados para cooperar aunque, a través de los medios, el mensaje predominante vaya en sentido contrario.
La empatía, lejos de ser una señal de debilidad, es una habilidad activa que requiere valentía para escuchar sin juzgar, comprender sin estar de acuerdo y conectar a un nivel humano, incluso cuando supone un reto.
Si combinas la empatía con el poder personal, verás que puedes entender mejor a los demás, que refuerzas tu capacidad de influir de manera positiva y construir alianzas, lo que a largo plazo es mucho más efectivo que los intentos de imposición y control.
Para profundizar…
Si estos conceptos te resuenan, quizás te preguntes cómo llevarlos a la práctica para aplicarlos en tu vida.
Una opción es unirte a mi programa Responder sin reaccionar, para pasar de reaccionar desde el enfado y el miedo a sentar las bases para escuchar a los demás sin perder tu centro y responder con apertura, calma y cuidado.
- Escuchando el enfado o frustración sin hacerte de menos ni echar más leña al fuego
- Recibir las quejas y reproches con empatía y sin tomarlo personal
- Interrumpiendo y expresándote cuando sea necesario, cuidando la conexión
Comparte este artículo con otras personas que quieran comunicarse de forma consciente y asertiva y déjame un comentario si te ha resonado. ¡Te leo!

0 comentarios