
Seguimos con la petición. Cuando “liberamos” la petición de las frecuentes asociaciones con el deber, la deuda, la escasez… entendemos y explicitamos que somos interdependientes; es decir, que nuestro bienestar está inevitablemente ligado al de otras personas. Podemos cuidar de nuestra independencia en cierto nivel y a la vez, a otro nivel, todxs dependemos de todxs en cierto grado porque formamos parte de la misma red.
Aunque estemos solas en nuestra casa y podamos pasar días enteros sin pedir nada a nadie, en realidad todo lo que hace posible nuestra forma de vivir está impregnado de la acción de otras personas. Ha llegado hasta nosotrxs quizá por un intercambio monetario que nos puede llevar a olvidar que al otro lado de esos bienes y servicios cotidianos, está la labor de muchas personas. Y a parte de lo material, también podemos vivir y desarrollarnos gracias a lo que recibimos de otras personas en forma de amor, afecto, valoración, confianza, apoyo, compañía, etc. La realidad es que los seres humanos formamos toda una red de relaciones de interdependencia gracias a la cual nos sostenemos y podemos desarrollarnos y dar forma a nuestra vida.
Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto pedir? Entre otras cosas, porque mantenemos una serie de creencias sobre el pedir que no nos ayudan a fluir, por ejemplo:
- “Tengo que decir que sí porque si no sería una mala persona”
- “Si le pido esto tendré que darle algo a cambio o si no quedaré en deuda”
- “Si le digo que sí aunque me fastidie, valdrá la pena porque luego recibiré otra cosa”
- “Si le digo que no, se lo va a tomar fatal y se dañará la relación o habrá represalias”
- “Si le pido algo, me pedirá algo después y me enredaré en cosas que no quiero hacer”
Sin duda, pedir nos resulta mucho más fácil cuando sabemos recibir un “no”; cuando somos capaces de decir “no” si es lo que queremos; de poner nuestros límites; de aceptar los límites de los demás… todo ello con naturalidad y sin sentirnos culpables o culpabilizar a los demás por no acceder a nuestras peticiones. ¡Todo un reto, sin duda! Pero esto sí que nos ayuda a cuidar nuestra autonomía y nos permite establecer relaciones de interdependencia y no de codependencia o abuso.
Conocer mis límites, saber lo que quiero y lo que no quiero, tener claro cuánto es suficiente para mí, ser capaz de expresarlo con asertividad y teniendo en cuenta a la otra persona, ser capaz de entender y aceptar los límites que me ponen otras personas por su bienestar. Ahí está la clave para “liberar” el pedir y poder hacerlo con tranquilidad.
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