En la entrada anterior te pregunté si te escuchas de verdad, te presenté el concepto de autoempatía en CNV y te hablé de cómo puede ayudarte tanto en tus diálogos con otras personas como en tu autoconocimiento y en tu relación contigo mismx.
Te animo a que te tomes tiempo para entrenar esta habilidad a solas, por ejemplo, reflexionando sobre tus vivencias, escribiendo un diario, usando cartas o listados de sentimientos y necesidades, etc. En mi dossier ilustrado Los 4 focos en la CNV he incluido una sección de ejercicios y prácticas que te pueden ayudar mucho a desarrollar la autoempatía.
Cuando te veas con soltura para identificar en cada momento cómo estás y qué es lo más importante para ti, podrás hacer uso de esta habilidad en el diálogo con más facilidad y naturalidad.
Así, en una conversación, después de escuchar a la otra persona y antes de “devolver la pelota”, podemos preguntarnos:
¿Cómo me siento al escuchar esto? ¿Qué es lo más importante para mí en esta situación? ¿Cuál es mi intención? ¿Cómo quiero responder a esto? ¿Qué valores quiero que estén presentes en este diálogo?
Expresar nuestra respuesta partiendo de estas preguntas nos ayuda a estar en coherencia con nosotrxs mismxs y cultivar más cercanía y conexión en nuestras relaciones.
Un ejemplo:
Acabas de llegar a casa después de trabajar todo el día. Tu hija de 10 años está pintando tranquilamente en el suelo del comedor. Su mochila está tirada en el suelo, y también hay varios juguetes, cuadernos y material de dibujo. Para poder pasar, necesitas apartarlos. Su chaqueta y su bufanda están tiradas en el suelo y en el sofá, de cualquier manera. Es muy tarde y tienes que preparar la cena y también la comida del día siguiente, porque te levantas muy temprano para ir a trabajar.
Posible respuesta reactiva, sin pausa para autoempatía:
(Desde la puerta, levantando la voz y con expresión de enfado) “¡Otra vez igual! ¡Estoy hasta las narices de llegar y encontrarme la casa hecha un desastre! Haz el favor de recoger todo eso YA.”
Posible respuesta consciente, tras pausa para autoempatía:
(Acercándose a la niña, mirándola a los ojos, con tono cariñoso) “Hija, me imagino que estás disfrutando mucho dibujando, sé que te encanta. Yo estoy muy cansada, he tenido un día muy largo y aún tengo que preparar la cena y la comida para mañana. Cuando veo estas cosas por aquí (señala las cosas) me siento muy desanimada. Lo veo como trabajo que se me suma al trabajo que ya tengo y me agobio. Necesito apoyo para poder relajarme y descansar lo antes posible. ¿Te parece si vas recogiendo mientras yo preparo la cena?”
He ilustrado este ejemplo en forma de chacalada:
Al principio puede llevarnos tiempo abrir este espacio de autoconexión en nuestros diálogos y responder con calma y consciencia en lugar de reaccionar. Es un proceso de aprendizaje, las habilidades se van integrando poco a poco. No se trata de hacerlo perfecto. Con la práctica va resultando un proceso más rápido. Mientras vamos ganando soltura con esto, ante una situación que nos altera, podemos hacer algo muy sencillo:
- Respirar hondo antes de responder
- Pedirle a la otra persona que nos dé un momento para valorar lo que vamos a decir
Solo con esto ya es muy probable que podamos dar una respuesta menos reactiva y más coherente con lo que queremos. Y, mientras tanto, en nuestra intimidad, podemos cultivar una práctica regular de autoempatía, que consiste precisamente en eso, escucharnos a nosotrxs mismxs con empatía:
- Tomar conciencia de nuestros juicios y mirar qué hay detrás de ellos.
- Fijarnos en lo que sentimos, escuchar el lenguaje de nuestro cuerpo.
- Identificar qué necesidades y valores se están expresando, pidiendo atención.
- Pensar acciones que podemos llevar a cabo para contribuir a cubrir las necesidades insatisfechas que hayamos identificado.
¿Te gustaría responder de una forma menos reactiva y más consciente en tus conversaciones importantes? Prueba a entrenar la autoempatía primero.
Te dejo varios tips y preguntas útiles para desarrollar la autoempatía en el siguiente artículo.
0 comentarios