
En nuestra cultura es habitual que el concepto de necesidad esté muy cargado de connotaciones negativas. Hablamos de personas “necesitadas” y en nuestra mente aparecen imágenes relacionadas con la pobreza. Quien pide y necesita lo hace porque no tiene. Porque le falta. Porque carece. Eso puede llevar a algunas personas a avergonzarse de tener necesidades o a querer ocultarlas o disimularlas, cuando en realidad es lo más natural y saludable del mundo. Es natural porque los seres humanos no podemos vivir aislados y sin conseguir los recursos (materiales e inmateriales) que hacen posible nuestra vida. Es saludable porque darnos cuenta de que necesitamos algo es el primer paso para conseguirlo. Y si lo necesitamos es porque la vida quiere abrirse paso, porque hay un impulso de seguir adelante, de procurarnos bienestar y plenitud. Hacia eso nos mueve la satisfacción de necesidades.
Las necesidades pueden ser valores, anhelos y aspiraciones, como veíamos en la entrada anterior. Hay también necesidades que podríamos considerar básicas, muy ligadas a la supervivencia, como pueden ser: alimentación, cobijo, descanso, contacto físico, amor, seguridad. A veces pasamos por alto la importancia de cuidar de nuestras necesidades, pero ¿respondemos de la misma manera cuando hemos descansado bien y hemos tomado un buen desayuno, que cuando hemos dormido mal y no hemos podido parar ni a comer? El mal humor suele ser patente en este segundo caso. Es evidente que en nuestro cuerpo algo se activa para que nos cuidemos. Este mismo mecanismo se pone en marcha con el resto de necesidades, de las que a veces no somos tan conscientes: aparecen sensaciones, emociones, sentimientos que nos alertan de que “algo pasa”. Nos mueven a actuar. Cuando las necesidades que más nos importan en un momento dado están cubiertas, también lo notamos, porque estamos a gusto y experimentamos tranquilidad.

Las necesidades van cambiando momento a momento, y tener la capacidad de estar en contacto con ellas nos aporta mucha claridad y nos ayuda a tomar decisiones que orientan nuestra vida conforme a lo que más nos importa y a lo que más bienestar nos procura. Conocer las necesidades de las demás personas nos ayuda a entender cómo se sienten y a tenerlas en cuenta. A ponernos en su lugar. A verlas como seres humanos, incluso cuando hacen o dicen cosas que no nos gustan o con las que no estamos de acuerdo. Todos somos seres humanos con sentimientos y necesidades, y actuamos lo mejor que sabemos en cada momento para satisfacerlas.
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