


Esta chacalada está pensada como ejemplo de la importancia de la observación (lo que también se conoce como el paso 1 del proceso CNV; hablaré más sobre esto en próximas entradas). Si queremos cuidar la comunicación y entrar en diálogos pacíficos y constructivos, es importante hacer un esfuerzo por identificar hechos concretos y objetivos en lugar de entrar en lanzamiento indiscriminado de suposiciones, interpretaciones, acusaciones, predicciones, generalizaciones, exageraciones, etc.
Cuando decimos «Me ocultas algo, ya no me quieres, no confías en mí», le estamos diciendo a la otra persona que nosotrxs sabemos lo que siente y cuál es su intención, antes de dialogar y entender su punto de vista. Nos hacemos nuestra película y le damos el estatus de «la realidad» o «la verdad». Confrontamos nuestras visiones en discusiones eternas que no nos llevan a ninguna parte. Y además, lo que nos decimos que sucede influye muchísimo sobre nuestro estado de ánimo y nuestra actitud hacia la otra persona. Nos ofendemos y nos cabreamos y nos frustramos porque no avanzamos hacia soluciones.
Es fácil dejarse llevar por la energía de ataque y aprovechar para desahogarnos. Decir cosas que, en cuanto nos enfriamos un poco, nos damos cuenta de que ni siquiera nosotrxs mismxs creemos. ¡Pero ya lo hemos soltado! ¡Qué agusto, qué alivio! Claro… necesitamos desahogarnos, expresarnos… son necesidades legítimas, como todas. Pero podríamos buscar otras estrategias que tuvieran en cuenta el posible impacto de nuestras palabras en la otra persona.
Este tipo de comunicación irreflexiva y reactiva, que busca la rapidez de respuesta –como si estuviéramos jugando al tenis y no pudiéramos perder una ocasión de devolver la pelota– la hemos mamado, en muchas ocasiones en nuestra propia casa, y desde luego a través de los medios (TV, cine, series, etc.). Me encantaría que en estos contenidos estuviera más presente una comunicación más pausada y en modo jirafa, porque a mi parecer están saturados de modelos de comunicación en modo chacal, que acaban impregnando la mente de las personas (al fin y al cabo, aprendemos por imitación y aquello a lo que nos exponemos, deja una huella en nosotrxs).
En la primera viñeta, el personaje inicia la conversación con una interpretación, una acusación. Y sigue desgranando su película sin abrirse a lo que dice la otra persona. En la segunda viñeta, el personaje inicia la conversación refiriéndose a un hecho concreto, y después continúa expresando lo que vio, lo que «le pareció». De esta manera es más fácil que la otra persona se abra a escuchar y a expresarse.
Te propongo que en los próximas días pongas atención en diferenciar lo que son hechos observables de lo que son interpretaciones. Sobre todo si has vivido alguna situación difícil en la que ha habido cruce de reproches. Cuando tengas un rato tranquilo, dedícate a separar hechos de interpretaciones en esa situación. Cuéntame si quieres cómo te sienta hacer esto y cómo influye en tu manera de ver a la otra persona y de vivir la situación.
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