
Estos días os he ido presentando los 4 focos, que nos ayudan a ver en qué punto de nuestra comunicación podemos poner atención para conseguir una comunicación más eficaz y que nos ayude a conectar y entendernos.
Estos cuatro elementos integran el llamado “proceso CNV”, que es un modelo muy útil para estructurar nuestra mirada sobre los mensajes que expresamos y recibimos. En cada cosa que comunicamos hay:
- Unos hechos de referencia (OBSERVACIÓN)
- Unas sensaciones o emociones que se despiertan o intensifican (SENTIMIENTOS)
- Unos valores y cualidades que son muy importantes para nosotros en ese momento (NECESIDADES)
- Una o varias acciones o estrategias que podríamos seguir para transformar la situación (PETICIÓN)
Teniendo esto en cuenta, podríamos estructurar un mensaje de esta manera:
Cuando veo que la nevera está vacía y recuerdo que ayer dijiste que irías a comprar, me siento molesta, porque necesito consideración y respeto por los acuerdos que hacemos. ¿Estás dispuesto/a a hacer la compra entre hoy y mañana por la mañana?
Esto es lo que llamamos “jirafa clásica”. Pegadita a la fórmula. Para aprender, resulta muy útil. Sin embargo, para muchas personas escuchar esta frase, así tal cual, puede resultar sorprendente, e incluso generar extrañeza y suspicacia (sobre todo si no conocen la CNV).
La idea no es embutir todos los elementos de cada mensaje que queramos expresar en una frase-fórmula (si bien este modelo es un tesoro para cambiar el chip y practicar en formaciones, grupos de práctica y momentos de autorreflexión). La idea es darnos tiempo para integrar todo esto, hasta llegar a podernos expresar con naturalidad, fluidez, libertad.
Como siempre que se aprende un idioma nuevo, al principio estaremos pendientes de los listados de vocabulario y de las construcciones gramaticales, y con el tiempo lo tendremos integrado y podremos comunicarnos de forma fluida y rica, en múltiples situaciones. Aunque no hablemos como dice en el libro.
Aquí, lo mismo. A los practicantes de CNV nos veréis seguramente mucho tiempo aferradxs a listas de necesidades y sentimientos, y a modelos y procesos que nos ayudan a estructurar los mensajes y poner el foco en los elementos que es más probable que nos ayuden a generar conexión y entendimiento.
Sin embargo, todos esos modelos y procesos no nos llevarán ahí si no los acompañamos de una actitud coherente con todo esto. Estas tres palabras (Presencia, Intención, Proceso), contienen para mí lo esencial respecto a esa actitud que favorece el diálogo:
- Presencia. Estoy aquí y ahora con lo que hay. Con lo que hay en mí, con lo que observo, con lo que siento, con lo que necesito, con lo que veo en la otra persona (no elaborando mi respuesta mientras la otra persona habla, o pensando en lo que voy a hacer después).
- Intención. Mi intención es favorecer la conexión y el entendimiento, respetarme y respetar (no tener la razón o conseguir lo que yo quiero aplicando ciertas técnicas).
- Proceso. Cuando inicio un diálogo, sé cómo empiezo, pero no sé por dónde me va a llevar ni cómo va a terminar. Me enfoco en cuidar ese proceso, poner la atención y los recursos de que dispongo en cada paso, acoger lo que va surgiendo en mí y en la otra persona (dejando de lado la impaciencia o el empeño por llegar a un resultado determinado).
A mí estas tres palabras me sirven de Norte y me dan orientación a la hora de comunicarme. Confío en que a ti también te pueden ayudar. ¡Cuéntame qué te parece! Te leo con atención y cariño.
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