
Con frecuencia nos abstenemos de pedir lo que nos gustaría porque queremos conservar nuestra independencia, porque no queremos que parezca que no sabemos arreglárnoslas solxs, porque no queremos molestar o abusar de la buena voluntad de las demás personas, porque no queremos deber favores a nadie… Es muy natural que pensemos y actuemos así cuando enmarcamos la petición en un paradigma de escasez y de obligación. Nos olvidamos de que el dar y recibir es un flujo natural que enriquece nuestras vidas y favorece la conexión y el acercamiento entre las personas.
Párate un momento a pensar en la última vez que alguien te pidió algo y tú contribuiste con gusto porque te importa esa persona y pudiste colaborar de una forma que encajaba para ti. ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo te sientes al recordarlo?
Contribuir al bienestar de lxs demás es una necesidad humana universal. Todxs tenemos ese impulso. Pedir no necesariamente tiene que «ponernos en deuda»”, ni significa dejar de ser responsables de nuestro bienestar y renunciar a nuestra independencia. Cuando nuestras peticiones reúnen una serie de características es más fácil que esta voluntad natural de contribuir se despierte en lxs demás y que el pedir y el dar, el cultivo de la generosidad, nos ayude a crear, reforzar y nutrir vínculos con otrxs personas, ser más resilientes y estar más conectadxs a la vida.
Las características de una petición según la CNV son:
- Es concreta, clara y realizable
- Expresa mis sentimientos y necesidades
- Se expresa con lenguaje afirmativo (lo que quiero en lugar de lo que no quiero)
- Propone un proceso paso a paso (por el momento y no “para siempre”)
- Es negociable: acepto que el otro pueda proponer otra cosa o decir “no”
- Se dirige a alguien específico
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