Hace pocos días se ha publicado mi última traducción sobre Comunicación NoViolenta: el libro Ofrezco respeto, recibo respeto. Madres, padres, niños y niñas que enriquecen sus vidas, escrito por Sura Hart y Victoria Kindle Hodson. La traducción está publicada por Editorial Acanto.

Hace ya muchos meses que terminé esta traducción, que cuenta con la revisión técnica de Nerea Mendizábal, formadora certificada en CNV y experta en el ámbito de la educación y la crianza. Cuando Silvia (la editora) y yo nos embarcamos en este proyecto, le dimos unas cuantas vueltas al tema del lenguaje inclusivo. Al tratarse de un libro sobre educación y crianza, las palabras niños, niñas, padres, madres, hijos, hijas… aparecen constantemente. Al traducir, esto supone un reto enorme, pues la lengua de partida (inglés) tiene términos sin marca de género para estos casos (parents, children) y en castellano queríamos, por un lado, tener en cuenta el cambio de sensibilidad que se está revelando acerca de la cuestión del género en el lenguaje (y cómo esto puede apoyar/desafiar ciertas estructuras, creencias, maneras de ver la realidad…) y por otro lado, conseguir que el libro se lea con fluidez y ser lo más precisas posible a la hora de trasladar el sentido del original.
No os voy a mentir: esto me ocasionó más de un dolor de cabeza y al principio no lo veía nada claro. Estaba cómoda ciñéndome a la norma que toma el masculino como genérico, porque a la hora de escribir, y sobre todo de traducir (que conlleva mucha menos libertad), es lo más fácil. La traducción conlleva tomar constantemente decisiones, a veces bastante complejas, y añadir este factor me parecía en algunos párrafos «hacer encaje de bolillos». Silvia insistió y fuimos dándole forma al texto. Ha sido un trabajo colaborativo, más que nunca, entre editora, correctora, traductora y, finalmente, revisora técnica.
La experiencia me sirvió para adquirir soltura a la hora de buscar soluciones sin marcas de género (siempre que pude) y también acabé acostumbrándome al niños y niñas y ya no me sonaba tan farragoso. Después fueron pasando meses y, al menos en mi realidad, se fue haciendo notar también con mucha fuerza el deseo y reivindicación de otras personas que prefieren que no se les identifique con ninguno de estos dos géneros, y estoy viendo cada vez más el uso de la «e» y de la «x», incluso de la «i», para contribuir a que estas personas también se sientan incluidas. Yo en mis artículos ya sabéis (si me seguís) que suelo usar la «x», por este motivo. Aún así, no estoy apegada a ninguna de estas estrategias, sino más bien «prob´ándomelas», como quien se prueba un vestido, y observando cómo me siento usándolas, qué pasa, c´ómo se recibe, qué hacen lxs hablantes… en resumen: para dónde tira esto.
El lenguaje es un ente vivo que no lo controlan ni las autoridades académicas ni los expertos lingüistas. No me da igual todo y a la vez quiero darme el permiso de fluir y probar opciones mientras observo qué va pasando con esto. Pienso que dentro de un tiempo (largo, imagino) se acabará asentando un uso que percibamos como inclusivo y a la vez resulte fácil y práctico (el lenguaje tiende naturalmente a favorecer los usos más «económicos»). Siento curiosidad por cuál puede ser ese uso que acabe asentándose.
De momento, os recomiendo de corazón este libro sobre educación y crianza, centrado en cómo favorecer el respeto y la cooperación, motivar la colaboración, poner límites sin coacción y, en definitiva, crear relaciones honestas, cuidadosas y enriquecedoras entre todos los miembros de la familia. ¡Ojalá lo disfrutéis!
Puedes encontrar este libro y muchas otras obras y materiales de Comunicación NoViolenta aquí.
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