Cuando algo es un problema, lo notas. Tal vez te enfadas, te frustras, lo pasas mal. Te pones de mal humor.
Tal vez te baja la energía, conectas con el desánimo.
Tal vez lo notas a nivel postural: te encoges, frunces el ceño, pones el gesto serio.
En resumen: alguna emoción, sentimiento, sensación o cambio en el estado de ánimo te estará diciendo que algo pasa.
Es importante por eso escuchar ese lenguaje corporal, emocional, anímico.

Darte cuenta de cómo te está afectando lo que vives te va a servir para tomarte en serio este cambio que quieres hacer. Porque cuando realices el cambio que necesitas, la situación será diferente y esos sentimientos cambiarán por otros más agradables.
¿Y qué pasa si te das cuenta de que en realidad no es a ti a quién afecta la situación?
¿Tal vez quieres cambiar algo de ti pensando en otras personas y sus expectativas?
Ojo, esto también pasa con frecuencia.
Hay ciertas pautas de nuestro lenguaje que pueden darnos pistas de cuándo nos estamos moviendo por expectativas externas.
En Comunicación NoViolenta se trabaja mucho sobre este punto, porque solo las motivaciones propias y alineadas con nuestros valores pueden ser un verdadero motor de cambio.
Así pues, lo primero es descartar que no estés queriendo cambiar algo solo porque es un problema a ojos de otras personas.

Esto le pasó a Judit, otra persona con la que trabajé.
Se había propuesto hacer un cambio de hábitos. Se levantaba a las 11 de la mañana cada día, porque se iba a dormir tarde. Y cuando se proponía irse a dormir temprano y madrugar, le costaba mucho, se frustraba, y se desanimaba.
Cuando exploramos esta parte se dio cuenta de que en realidad para ella estaba bien levantarse a esa hora. No interfería negativamente con su vida ni con su energía vital.
Eran algunas voces externas las que le transmitían el mensaje de que aquello no estaba bien, de que “lo bueno es madrugar y aprovechar la mañana”.
Tomar conciencia de esto permitió a Judit enfocarse en trabajar su propia autoridad, los permisos que se daba a sí misma y cómo se tomaba los comentarios o consejos de otras personas, en lugar de ofuscarse tratando de cambiar algo que le costaba horrores y ni siquiera suponía un problema real para ella.
Dedica unos minutos a indagar en tu propia situación:
- ¿De qué manera es un problema para ti? ¿En qué lo notas?
- ¿Qué te dice tu cuerpo al respecto?
- ¿Te está afectando al estado de ánimo, al nivel de energía?
Escucha todo lo que tu cuerpo dice: hay mucha sabiduría ahí.
Y no trates de cambiarlo de momento.
Simplemente dale espacio a tu sentir. Acógete. Respira.
Y continúa con este proceso guiado en el siguiente artículo.
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