Cómo remonté un mal día acogiendo mis emociones

por | 23-05-25

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un cielo cubierto de nubes grises con una apertura que deja ver el cielo azul y algunas nubes blancas y luminosas

En la píldora de hoy te cuento cómo remonté un mal día con los recursos de la Comunicación NoViolenta, abriéndome a mis emociones y conectando con mi pareja. 

Ojalá te inspire y te ayude cuando vivas algo parecido. 

Te cuento: leí una noticia que me hizo conectar con un dolor muy profundo y antiguo.

Uno de esos que, por más terapias y procesos personales que hayas hecho, surge y toma espacio de vez en cuando.

Me parece que el mundo se acelera y se complica tanto que es misión imposible mantener la coherencia y la esperanza

De eso me hablaba ese dolor.

Cada día me parece ver más crispación, más polarización y fragmentación en el mundo.

Eso me conectó con una tristeza muy profunda

Eso me conectó con una tristeza muy profunda.

Estuve horas sin permitirme sentirla del todo: elegí enfocarme en el trabajo y tirar adelante la jornada.

La contención me daba cierta sensación de seguridad.

Tenía miedo a hundirme en el abismo oscuro de la desesperanza.

Por la noche, cuando llegó mi pareja, el dolor seguía vivo en mí.

Al principio pensé guardármelo para no llenar de tristeza y desánimo el ambiente

Él venía conectado con la alegría, la ligereza, lo inmediato…

Pero enseguida tomé conciencia de que ese dolor contenido estaba creando una distancia doble: en mí, de mí misma, de mis valores, de mi realidad interna.

Y también distancia de mi pareja porque, con esa tristeza dentro de mí, no podía hablar de otra cosa ni escuchar plenamente lo que me contaba de su día. 

Noté que empezaba a aislarme, tratando de distraerme con el móvil. 

Pero la tristeza no se iba…

¿Te ha pasado esto alguna vez?

¿No querer compartir una tristeza por miedo a que se haga grande, y que acabe haciéndose más grande y amarga dentro?

Te cuento lo que hice para reconducir la situación:

  1. Tomé conciencia de que me estaba desconectando.
  2. Respiré amplia y profundamente para volver a mí.
  3. Me rendí al dolor que estaba sintiendo.
  4. Vinieron las lágrimas.
  5. Lloré
  6. Le dije a mi pareja que necesitaba compartir ese dolor y que si quería acompañarme.
  7. Nos abrazamos.
  8. Le pedí que no intentara solucionar nada o hacerme sentir mejor. Solo escuchar con empatía y hacerme un reflejo después (ha aprendido a hacerlo en mis formaciones y no sabes cuánto lo agradezco).

Nada más… y nada menos.

Eso fue por la noche, después de todo un día conteniendo dolor dentro.

A la mañana siguiente me desperté ligera y de buen humor:

¿Había cambiado algo fuera? No. 

¿Se había arreglado el mundo? Tampoco.

Pero yo fui capaz de reconectar conmigo misma, permitirme ser, sentir y expresar para ser escuchada.

Abriéndome al apoyo de mi pareja, nombré lo que me dolía y lo que me importa de verdad. 

Y eso me resultó reconstituyente.

No quiero caer en la desesperanza. Quiero encontrar maneras de seguir adelante con mi día a día sin ignorar ni reprimir lo que siento.

Porque ese reprimir me lleva muy fácilmente a:

    • Sentirme insegura de expresarme
    • Aislarme de personas importantes en mi vida
    • Explotar en otro momento por haber contenido demasiado

Y lo que yo quiero es escucharme más, cuidarme mejor, confiar en mí misma y en la vida, abrirme al apoyo que necesito en cada momento y relacionarme de forma honesta con mis seres queridos.

Cómo nos relacionamos con nuestras emociones es fundamental para cuidar nuestra comunicación y nuestras relaciones, y es algo que está presente en todos mis cursos y talleres.

Hoy cierro con una cita sobre las emociones y cómo nos relacionamos con ellas:

Las emociones son fuerzas vitales que, como el agua, fluyen y ponen en funcionamiento los molinos que movilizan nuestras vidas. Si esta cascada se congela, la rueda dejará de moverse.
Vivian Dittmar

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