Este es el cuarto artículo de una serie sobre expresión honesta que he titulado Cómo expresar mis emociones sin herir.
En el artículo anterior te hablé de la importancia de mostrarse vulnerable para cultivar la confianza y estrechar los vínculos. Y también de cómo a veces podemos mostrar más de lo que quisiéramos y es importante calibrar.
Muy importante también me parece, cuando nos comunicamos honestamente, es el hecho de dosificar. Mantener el diálogo fluyendo. Si expresamos muchas cosas de golpe, la otra persona se puede sentir abrumada y desconectar.
Seguro que alguna vez te has encontrado en una conversación de este estilo:

Si estabas en el lugar de la persona que escucha, ¡menuda frustración! ¿no te parece?
Puede ser muy agobiante recibir un chaparrón de críticas y acusaciones sin tener espacio ni para respirar.
Si, por el contrario, vas avanzando paso a paso en el diálogo, poniendo las necesidades sobre la mesa, tratando las situaciones una por una, llegará un momento en que puedas llegar a acuerdos y pasar a la acción.
En tus próximas conversaciones, te sugiero que prestes atención a cómo dosificas el mensaje que quieres hacer llegar a la otra persona.
Algunas preguntas que puedes hacerte antes de encarar la conversación:
- ¿Qué tema concreto quiero tratar ahora / primero?
- En mi vivencia, ¿está muy vinculado a otros temas?
En este segundo caso, puedes darte un momento de autoempatía para poner orden y priorizar, o bien advertirle a la persona diciéndole algo así:
“Este tema para mí es complejo, voy a intentar ir por partes. Si mezclo muchas cosas y te abrumas, dímelo, porfa.”
Honestidad radical: advertencia
A raíz de una experiencia reciente, me apetece compartir contigo una advertencia, que tal vez te sirva para ahorrarte alguna frustración.
Si eres un entusiasta de la CNV y vas con la bandera de la honestidad radical por delante, ten en cuenta que mucha gente no está acostumbrada y, por mucho cuidado que le pongas a tu expresión…
Cuando alguien ha recibido mucha exigencia y crítica a lo largo de su vida, va a seguir percibiendo exigencia y crítica hasta que se crea que de verdad puede ser de otra manera.
En la experiencia de la que te hablo, yo expresé mi sentir y mis necesidades honestamente con el mayor cuidado posible y la otra persona lo tomó como una amenaza y se puso a la defensiva.
Algo parecido pasa con lxs niñxs: están tan acostumbradxs a escuchar amenazas y exigencias, que cuando se les hace una petición genuinamente abierta a un “no”, es muy posible que respondan con desconfianza, como si pensaran: “¿De verdad no me vas a obligar si no quiero? ¿De verdad tengo opción?”
Hay personas especialmente sensibles con esto, y todas las personas tenemos momentos en los que estamos más “blanditas” y susceptibles.
Por esto, otra cosa que podemos tener en cuenta a la hora de expresarnos honestamente, sobre todo si vamos a comunicar cosas que no nos gustan y que podrían tomarse como críticas, es valorar en qué estado emocional está la otra persona y chequear con ella si está abierta a tener esa conversación en ese momento.
Para resumir, cosas que puedes tener en cuenta para expresarte con honestidad teniendo en cuenta a la otra persona:
- Dosifica, trata los temas uno por uno en la medida de lo posible
- Haz un trabajo previo de autoempatía o pide empatía a otra persona si tienes embrollo mental o caos emocional, para aclarar y aligerar antes de ir al encuentro con la otra persona
- Ten en cuenta que tu mensaje puede recibirse como crítica, exigencia, amenaza, aunque pongas cuidado y esa no sea tu intención. Prepárate para recibir la posible reacción con empatía.
- Valora en qué momento quieres abrir ese espacio de honestidad, chequea con la persona primero si está abierta a escucharte
Con el próximo artículo cerraré (de momento) el tema de la expresión honesta.
¿Te reconoces en alguno de estos ejemplos? ¿Como llevas lo de dosificar? ¿Cómo vives el hecho de recibir reacciones de personas dolidas, cuando tu intención era cuidar?
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